Poco a poco se van oyendo más logros de la inteligencia
artificial. Con el paso del tiempo se verán avances más espectaculares, llegando
al punto donde estas superen muchas de las competencias consideradas intrínsecamente
humanas.
Entonces el mundo las adoptará, y se les dará cierta
potestad de gobierno. Su inteligencia fría ofrecerá resultados no alcanzables
anteriormente.
Pero al igual que ahora, con el gobierno del interés, muchos
lo pasarán mal por no ser tenidos en cuenta. Si gobierna el interés, por
supuesto deja de lado a todos los que no le son interesantes.
Si gobierna la inteligencia, humana y/o artificial, sus
acciones resultan inevitablemente incompletas i se generan los consecuentes
desequilibrios. Quizás un poco más a la derecha… Quizás un poco más a la izquierda.
Quizás un poco más de esto, y menos de lo otro… Pero igualmente, con el tiempo,
perplejidad por los malos resultados. Se dirá “es imposible predecir el caos”.
O tal vez, en una huida hacia delante, se decida poner más
control, más máquinas; se busque controlar cada persona, cada una de sus
acciones. Y se llegaría a cierta paz, pero la vida habría desaparecido de la
tierra. Solo habría autómatas de circuitos junto a autómatas de carne y hueso.
Sin embargo hay algo que funciona, la colaboración.
Si se desarrolla un gobierno de colaboración, este no busca
imponer, sino que busca ayudar. La propia sociedad forma parte intrínseca del
gobierno, ve los desequilibrios y los compensa. Y los recursos fluyen hacia
donde se necesitan.
Si se colabora con los demás, no hay desheredados. Si se ama
a los demás se busca que superen sus desequilibrios, en vez de relegarlos o castigarlos.
Entonces el caos tiende a desaparecer.
Y eso no os lo podrá dar ni el interés ni la inteligencia
fría, ya sea humana o artificial.
Solo lo podréis hacer realidad cada uno de vosotros,
actuando como una sociedad unida, que llegue a cada rincón del planeta.