A veces nos sentimos solos, notamos que nos falta algo, una
ayuda que nos haría algo más fácil nuestra situación, un apoyo, quizás simplemente una mirada de
complicidad.
También cuando estamos con alguien podemos sentirnos solos.
Quizás esa persona esté tan centrada en lo suyo que apenas haya un principio de
empatía, mucho menos un vínculo tangible, no digamos ya una unión. Por supuesto
muchas veces esa falta es producto de las dos personas, no caigamos en la
autocomplacencia.
Necesitamos cosas, muchas son básicas e importantes, pero muchas
son en realidad preferencias, otras tantas caprichos, otras consecuencia de
apegos sobre los que no hemos meditado su alcance, su importancia real. Cuando
estás centrado en tu necesidad, cortas la comunicación, pasas a requerir, dejas
de dar. La necesidad separa, potenciando la necesidad, potenciando la soledad,
la nuestra y la de los demás.
Midamos nuestra necesidad, sepamos ver qué tan real es.
Requerimos de objetividad, de usar la capacidad de ver las cosas como son. Tenemos la
capacidad de ver desde fuera de nuestras preferencias, sin preconceptos ni
interferencias. Usémosla; no pocas veces nos sorprenderemos de hasta qué punto
podemos llegar a falsear la realidad.
Por supuesto que se pueden tener preferencias y anhelos; nos harán movernos, buscar, tener nuevas experiencias. Pero evaluémoslas para que no interfieran en lo realmente importante.
Por supuesto que se pueden tener preferencias y anhelos; nos harán movernos, buscar, tener nuevas experiencias. Pero evaluémoslas para que no interfieran en lo realmente importante.
No es fácil necesitar menos. Se necesita menos cuanto la
persona más se conoce a sí misma, cuanto más equilibrada está, cuanto menos
sigue un rol como quien actúa, y más sigue su propia coherencia interior.
Seamos sinceros, de pensamiento y de acción. El equilibrio viene con nuestra
evolución.
Y cuanto menos necesitas más puedes dar, más puedes ayudar a
que otras personas necesiten menos, y estarán menos solas, y consecuentemente
también podrán dar a otros.
A veces todos queremos estar en soledad por un rato. Nos
queremos dar un tiempo para meditar, para hacer la introspección necesaria para
comprendernos mejor, para recentrar nuestra visión. Es como unir las piezas que
se han ido desordenando, puesto que ocurren cosas y no siempre conseguimos
resolverlas en nuestro interior. Y en no pocas ocasiones esta soledad buscada
no es solo un acto de consolidación, sino también un acto de donde emerge la
creatividad, donde nos abrimos a nuevas opciones.
Sin duda esa soledad donde deliberamos es positiva. A veces
puede ser por un rato, Incluso con unos instantes muchas veces nos es
suficiente. Pero procuremos ser objetivos, no sea que estemos potenciando
nuestros preconceptos.
En definitiva, la soledad es la conciencia de que existe una
unión real entre las personas, y cuando esa unión nos falta tenemos ese
sentimiento de incompletitud, de separación. Mejoremos y colaboremos para mejorar esta situación, en nosotros y en los demás. Es nuestra opción.