jueves, 31 de octubre de 2013

El gobierno de las máquinas




Poco a poco se van oyendo más logros de la inteligencia artificial. Con el paso del tiempo se verán avances más espectaculares, llegando al punto donde estas superen muchas de las competencias consideradas intrínsecamente humanas.

Entonces el mundo las adoptará, y se les dará cierta potestad de gobierno. Su inteligencia fría ofrecerá resultados no alcanzables anteriormente.

Pero al igual que ahora, con el gobierno del interés, muchos lo pasarán mal por no ser tenidos en cuenta. Si gobierna el interés, por supuesto deja de lado a todos los que no le son interesantes.

Si gobierna la inteligencia, humana y/o artificial, sus acciones resultan inevitablemente incompletas i se generan los consecuentes desequilibrios. Quizás un poco más a la derecha… Quizás un poco más a la izquierda. Quizás un poco más de esto, y menos de lo otro… Pero igualmente, con el tiempo, perplejidad por los malos resultados. Se dirá “es imposible predecir el caos”.

O tal vez, en una huida hacia delante, se decida poner más control, más máquinas; se busque controlar cada persona, cada una de sus acciones. Y se llegaría a cierta paz, pero la vida habría desaparecido de la tierra. Solo habría autómatas de circuitos junto a autómatas de carne y hueso.

Sin embargo hay algo que funciona, la colaboración.

Si se desarrolla un gobierno de colaboración, este no busca imponer, sino que busca ayudar. La propia sociedad forma parte intrínseca del gobierno, ve los desequilibrios y los compensa. Y los recursos fluyen hacia donde se necesitan.

Si se colabora con los demás, no hay desheredados. Si se ama a los demás se busca que superen sus desequilibrios, en vez de relegarlos o castigarlos.

Entonces el caos tiende a desaparecer.

Y eso no os lo podrá dar ni el interés ni la inteligencia fría, ya sea humana o artificial.
Solo lo podréis hacer realidad cada uno de vosotros, actuando como una sociedad unida, que llegue a cada rincón del planeta.


lunes, 20 de mayo de 2013

¿Cómo pensamos?


El lenguaje natural de nuestra mente es el concepto. El lenguaje hablado, con palabras, es una simplificación, un resumen de nuestra conciencia conceptual.

El concepto es amplio, las palabras son limitadas; no pueden transmitir más que un pálido extracto de lo que alcanzamos a visualizar interiormente.

Solo pensamos cuando conceptuamos. El pensar con palabras siempre es a posteriori puesto que estas son consecuencia, una traducción de nuestra conciencia.

De hecho el pensar con palabras, cuando no es para por ejemplo preparar algo que queremos decir, es un pensar torpe, puesto que se ve obstaculizado por su propia limitación. Es como tener ya armado un puzle, y en vez de ser conscientes del puzle compuesto, nos transmitiéramos a nosotros mismos las piezas sueltas.

La verborrea mental es algo muy extendido, y limita la conciencia del individuo impidiéndole ver muchos detalles que están plenamente a su alcance. Por ejemplo manteniendo la mente ocupada mientas hacemos otras cosas, y por tanto generando inseguridad de si se ha hecho bien la tarea.

Así mismo esto genera un desgaste de energía innecesario. Mucha gente acaba el día agotada mentalmente, y en muchos casos es más por su propia falta de orden mental que por el trabajo en sí. Es por tanto algo importante para trabajar y mejorar.

Si cogemos de ejemplo una tarea que necesite de una capacidad conceptual lo más clara posible, quedará más claro hasta qué punto puede ser innecesario y contraproducente pensar con palabras. Jugar bien al ajedrez requiere de un proceso deductivo, donde si bien el conocimiento forma buena parte de la fuerza del jugador, al estar delante del tablero el pensamiento tiene que ser óptimo para poder jugar con toda nuestra capacidad posible.
Si necesitáramos pasar a palabras cada deducción que hiciéramos, perderíamos mucho tiempo y se diluirían muchos detalles importantes. Así mismo sería más difícil conjuntar esas palabras con la siguiente deducción.
Por tanto tenemos que un fuerte jugador de ajedrez tendrá su mente libre de interferencias y se manejará conceptualmente, intuitivamente.

Si esto es lo que funciona bien para el ajedrez, ¿no será lo mismo para el resto de tareas? Sin duda en general es así.

Dejo para otro artículo o para la investigación del lector la que sería la principal causa de este parloteo mental: el ego y todas las inseguridades y necesidades que nos crea.