domingo, 11 de enero de 2015

Sobre la frase “El hombre puede, acaso, hacer lo quiere; pero lo que no puede es querer lo que quiere”



Recientemente he leído este artículo sobre Einstein donde este expone esta frase de Schopenhauer como justificación de su no creencia en el libre albedrío.

Si analizamos el comportamiento humano sin duda encontraremos muchas situaciones donde esta frase sea aparentemente cierta. Sin embargo la persona siempre puede sobreponerse a los condicionamientos y tener verdadero control sobre lo que quiere.

Por ejemplo está la atracción entre sexos. Si esta no existiese probablemente también habría parejas, seguramente mucho menos numerosas y basadas en criterios mucho más objetivos como el estar realmente bien con alguien. En cambio en el día a día todos conocemos parejas donde lo dominante es lo reactivo, con desencuentros continuos de todo tipo o simplemente indiferencia. Por eso es tan importante ser capaces de sobreponernos a la atracción sexual producida por nuestra parte genética y tomar verdadera conciencia de cómo es la persona con la que planeamos emparejarnos.

Otra situación típica que parece apoyar el sentido de la frase inicial son las compulsiones como por ejemplo a fumar, donde acaba siendo evidente para cualquiera mínimamente objetivo que la persona no elije seguir haciéndolo sino que es presa de algo.

El proceso puede empezar quizás de modo imitativo, donde el individuo desea mostrarse como parte de un grupo haciendo acciones similares, en este caso el fumar, o quizás de forma diferenciadora, donde el individuo desea mostrarse distinto, o quizás de forma autoafirmativa, donde el individuo desea demostrarse a sí mismo que ya es mayor o algo similar. Luego esto termina transformándose en una adicción, también apoyada por cambios físicos en el cerebro debido a los productos químicos. A partir de allí la persona buscará justificarse de cualquier forma, por más absurda que sea, para sentirse bien consigo misma y creer que lo hace por propia voluntad. Solo cuando la persona madura suficientemente estará capacitada para hacer un autoanálisis mínimamente objetivo y darse cuenta que es presa de esa compulsión.

Si bien este último párrafo también parece apoyar de alguna forma el sentido de la frase del titular, esto es debido únicamente a que la sociedad actual no da herramientas al individuo como para que sea capaz de analizar objetivamente mucho de lo que se le va presentando en la vida, y por tanto este apenas está preparado para entender inicialmente en este caso lo perjudicial del tabaco y actuar en consecuencia. Sin duda es necesario un cambio muy importante de la educación en el sentido de fomentar la capacidad de análisis objetivo.

Otra situación que claramente parece apoyar el sentido de la frase es la tendencia aparentemente natural donde el individuo tiene claramente marcadas preferencias por cierto tipo de materias, por ejemplo más científicas, o quizás es más dado a temas que le lleven a fomentar su relación con personas, o cualquier otra variante de la que sin duda tenemos ejemplos en cada uno de nosotros mismos.

¿Puede de alguna forma el individuo “superar” esa tendencia de forma de ser capaz de elegir algo de otro campo con el que no tiene especial afinidad? Por supuesto. Ya ocurre en casos donde por las circunstancias la persona tiene que entrar en situaciones que de otra forma no habría buscado, por ejemplo por coger un trabajo que no se desea especialmente, y entonces se da cuenta que ese otro campo también es interesante.

A primera vista uno diría que eso no es más que lo mismo, que la persona tenía tendencia hacia ese campo y simplemente no lo había descubierto. Sin embargo esa conclusión es cuestionable, y el argumento clave es de nuevo el mismo que para los dos otros temas tratados anteriormente: el desarrollo de la capacidad analítica.

Si la persona es capaz de dejar de lado su tendencia genética, sus compulsiones, sus deseos, y desde fuera de todo esto ver cómo son las cosas, entonces estará capacitada plenamente para elegir pareja o no elegirla, pero en cualquier caso objetivamente; estará capacitada para elegir no empezar a fumar o no hacer cualquier otra acción perniciosa o simplemente absurda, superando por tanto sus compulsiones; estará capacitada para ver más allá de sus deseos y tendencias, unas veces causadas por el entorno, otras simplemente por sernos más fáciles, y podrá elegir probar otros campos por los que nunca hubiese sentido ninguna atracción.

Por tanto, la capacidad analítica objetiva real, aquella donde la persona es capaz de ver desde fuera de todas esas pesadas capas que la naturaleza, la sociedad, la educación, o ella misma ha ido poniendo encima de sí, esa capacidad analítica es la que nos permite ejercer nuestro libre albedrío a pleno.