domingo, 20 de agosto de 2017

Qué es la soledad



A veces nos sentimos solos, notamos que nos falta algo, una ayuda que nos haría algo más fácil nuestra situación, un apoyo, quizás simplemente una mirada de complicidad.

También cuando estamos con alguien podemos sentirnos solos. Quizás esa persona esté tan centrada en lo suyo que apenas haya un principio de empatía, mucho menos un vínculo tangible, no digamos ya una unión. Por supuesto muchas veces esa falta es producto de las dos personas, no caigamos en la autocomplacencia.

Necesitamos cosas, muchas son básicas e importantes, pero muchas son en realidad preferencias, otras tantas caprichos, otras consecuencia de apegos sobre los que no hemos meditado su alcance, su importancia real. Cuando estás centrado en tu necesidad, cortas la comunicación, pasas a requerir, dejas de dar. La necesidad separa, potenciando la necesidad, potenciando la soledad, la nuestra y la de los demás.

Midamos nuestra necesidad, sepamos ver qué tan real es. Requerimos de objetividad, de usar la capacidad de ver las cosas como son. Tenemos la capacidad de ver desde fuera de nuestras preferencias, sin preconceptos ni interferencias. Usémosla; no pocas veces nos sorprenderemos de hasta qué punto podemos llegar a falsear la realidad.

Por supuesto que se pueden tener preferencias y anhelos; nos harán movernos, buscar, tener nuevas experiencias. Pero evaluémoslas para que no interfieran en lo realmente importante.

No es fácil necesitar menos. Se necesita menos cuanto la persona más se conoce a sí misma, cuanto más equilibrada está, cuanto menos sigue un rol como quien actúa, y más sigue su propia coherencia interior. Seamos sinceros, de pensamiento y de acción. El equilibrio viene con nuestra evolución.

Y cuanto menos necesitas más puedes dar, más puedes ayudar a que otras personas necesiten menos, y estarán menos solas, y consecuentemente también podrán dar a otros.

A veces todos queremos estar en soledad por un rato. Nos queremos dar un tiempo para meditar, para hacer la introspección necesaria para comprendernos mejor, para recentrar nuestra visión. Es como unir las piezas que se han ido desordenando, puesto que ocurren cosas y no siempre conseguimos resolverlas en nuestro interior. Y en no pocas ocasiones esta soledad buscada no es solo un acto de consolidación, sino también un acto de donde emerge la creatividad, donde nos abrimos a nuevas opciones.

Sin duda esa soledad donde deliberamos es positiva. A veces puede ser por un rato, Incluso con unos instantes muchas veces nos es suficiente. Pero procuremos ser objetivos, no sea que estemos potenciando nuestros preconceptos.


En definitiva, la soledad es la conciencia de que existe una unión real entre las personas, y cuando esa unión nos falta tenemos ese sentimiento de incompletitud, de separación. Mejoremos y colaboremos para mejorar esta situación, en nosotros y en los demás. Es nuestra opción.



sábado, 12 de agosto de 2017

Felicidad y realidad de las vivencias "ideales"



Acaso podamos recordar en nuestra vida, o hayamos oído de otros, relatos sobre períodos de la vida donde reinó la felicidad, donde quizás todo era maravilloso.

Es importante tomar esas vivencias como lo que son, una consecuencia de un cúmulo de circunstancias favorables que difícilmente pueden durar demasiado.

Y en otros casos la idealización solo se sostiene porque la persona ignoraba, voluntariamente o no, otras circunstancias que no eran favorables; y si fuera voluntario por supuesto sería un autoengaño.

No es mi intención quitar valor a esas vivencias, muchas de las cuales por supuesto serán genuinas. Pero sí es importante que la persona no se deje llevar por la búsqueda de tales estados de felicidad habiéndolos transformado en su estándar, y por tanto minusvalorando su estado actual. Eso conduciría a todo tipo de frustraciones y otros desequilibrios.

¿Dónde está la dificultad? ¿Por qué no puedo ser feliz, ser siempre feliz? Muchos se preguntarán.

La tan cacareada búsqueda de la felicidad es en realidad una evasión; es una huída de nuestras circunstancias actuales, las cuales consideramos no ideales, en pos de un estado donde las cosas sean mucho más fáciles, o quizás simplemente deseamos unas circunstancias distintas. Si eso se consiguiera y pasase a ser un estado permanente, el tedio o nuevas dificultades no tardarían en aparecer, y de nuevo se generarían infelicidades.

¿Es por tanto la felicidad algo inalcanzable?

La felicidad es un estático, una idealización, es una foto, un pequeño universo donde no hay cambios contrarios a nuestras circunstancias.

Tomemos por ejemplo la vida de un gran campeón de algún deporte, donde la persona es tratada con algodones por su entorno para que pueda centrarse en lo que es su fuerte. No se nos escapará que buena parte de su entorno actuará por interés, puesto que no querrán renunciar a los grandes ingresos que comporta. Eso implicará que se tolerará que la persona actúe de forma muchas veces inmadura, sin corregirle, no fuera que nos rechazase y se corte la fuente de ingresos. Lo mismo puede aplicarse a empresarios de éxito, a millonarios, a famosos de toda índole, etc.

¿Es acaso feliz esa persona que vive dentro de unas supuestas circunstancias favorables? Quizás sí lo sea en parte mientras disfruta de su deporte, de su empresa, de sus conciertos... Pero el resto del tiempo mayormente estará solo aunque esté acompañado, puesto que no tendrá una convivencia real sino ficticia, de aduladores que le mantienen alejado de la realidad. Pero como la realidad es tozuda esa persona observará cosas que no cuadran, apenas obtendrá amor incondicional real de otros, y acabará sintiéndose vacía. Y tendrá que cambiar.

Tomemos otro ejemplo completamente distinto, donde una pareja muy enamorada vive maravillosamente durante un tiempo donde todo es color de rosa. Por supuesto la realidad acaba imponiéndose y aparecen dificultades, y a partir de allí las cosas serán distintas, y la pareja algo tendrá que cambiar para poder durar.

¿Qué tienen en común ambas vivencias? El cambio. Las cosas cambian y fuerzan un cambio. O no cambian demasiado y nos hastiamos de ellas, y entonces nosotros nos vemos forzados a cambiar.

¿Por qué el cambio es inevitable? Por la imperfección, por la incompletitud. Al no ser nada perfecto inevitablemente cambiará. Las cosas no se sostienen en el tiempo. Hasta una roca acaba siendo desmenuzada, hasta una montaña desaparece.

Aspirar a un estático, a un no cambio, aspirar a la felicidad plena y continua, es una contradicción. Es esperar llegar a algo que no existe ni puede existir.

Estamos avocados al cambio, a superar nuestras dificultades actuales, a encontrar nuevas metas, en definitiva, a evolucionar.

Y sin duda el cambio será más llevadero si colaboramos entre nosotros.

Que nuestra felicidad sea el camino por entre el cambio.

domingo, 11 de enero de 2015

Sobre la frase “El hombre puede, acaso, hacer lo quiere; pero lo que no puede es querer lo que quiere”



Recientemente he leído este artículo sobre Einstein donde este expone esta frase de Schopenhauer como justificación de su no creencia en el libre albedrío.

Si analizamos el comportamiento humano sin duda encontraremos muchas situaciones donde esta frase sea aparentemente cierta. Sin embargo la persona siempre puede sobreponerse a los condicionamientos y tener verdadero control sobre lo que quiere.

Por ejemplo está la atracción entre sexos. Si esta no existiese probablemente también habría parejas, seguramente mucho menos numerosas y basadas en criterios mucho más objetivos como el estar realmente bien con alguien. En cambio en el día a día todos conocemos parejas donde lo dominante es lo reactivo, con desencuentros continuos de todo tipo o simplemente indiferencia. Por eso es tan importante ser capaces de sobreponernos a la atracción sexual producida por nuestra parte genética y tomar verdadera conciencia de cómo es la persona con la que planeamos emparejarnos.

Otra situación típica que parece apoyar el sentido de la frase inicial son las compulsiones como por ejemplo a fumar, donde acaba siendo evidente para cualquiera mínimamente objetivo que la persona no elije seguir haciéndolo sino que es presa de algo.

El proceso puede empezar quizás de modo imitativo, donde el individuo desea mostrarse como parte de un grupo haciendo acciones similares, en este caso el fumar, o quizás de forma diferenciadora, donde el individuo desea mostrarse distinto, o quizás de forma autoafirmativa, donde el individuo desea demostrarse a sí mismo que ya es mayor o algo similar. Luego esto termina transformándose en una adicción, también apoyada por cambios físicos en el cerebro debido a los productos químicos. A partir de allí la persona buscará justificarse de cualquier forma, por más absurda que sea, para sentirse bien consigo misma y creer que lo hace por propia voluntad. Solo cuando la persona madura suficientemente estará capacitada para hacer un autoanálisis mínimamente objetivo y darse cuenta que es presa de esa compulsión.

Si bien este último párrafo también parece apoyar de alguna forma el sentido de la frase del titular, esto es debido únicamente a que la sociedad actual no da herramientas al individuo como para que sea capaz de analizar objetivamente mucho de lo que se le va presentando en la vida, y por tanto este apenas está preparado para entender inicialmente en este caso lo perjudicial del tabaco y actuar en consecuencia. Sin duda es necesario un cambio muy importante de la educación en el sentido de fomentar la capacidad de análisis objetivo.

Otra situación que claramente parece apoyar el sentido de la frase es la tendencia aparentemente natural donde el individuo tiene claramente marcadas preferencias por cierto tipo de materias, por ejemplo más científicas, o quizás es más dado a temas que le lleven a fomentar su relación con personas, o cualquier otra variante de la que sin duda tenemos ejemplos en cada uno de nosotros mismos.

¿Puede de alguna forma el individuo “superar” esa tendencia de forma de ser capaz de elegir algo de otro campo con el que no tiene especial afinidad? Por supuesto. Ya ocurre en casos donde por las circunstancias la persona tiene que entrar en situaciones que de otra forma no habría buscado, por ejemplo por coger un trabajo que no se desea especialmente, y entonces se da cuenta que ese otro campo también es interesante.

A primera vista uno diría que eso no es más que lo mismo, que la persona tenía tendencia hacia ese campo y simplemente no lo había descubierto. Sin embargo esa conclusión es cuestionable, y el argumento clave es de nuevo el mismo que para los dos otros temas tratados anteriormente: el desarrollo de la capacidad analítica.

Si la persona es capaz de dejar de lado su tendencia genética, sus compulsiones, sus deseos, y desde fuera de todo esto ver cómo son las cosas, entonces estará capacitada plenamente para elegir pareja o no elegirla, pero en cualquier caso objetivamente; estará capacitada para elegir no empezar a fumar o no hacer cualquier otra acción perniciosa o simplemente absurda, superando por tanto sus compulsiones; estará capacitada para ver más allá de sus deseos y tendencias, unas veces causadas por el entorno, otras simplemente por sernos más fáciles, y podrá elegir probar otros campos por los que nunca hubiese sentido ninguna atracción.

Por tanto, la capacidad analítica objetiva real, aquella donde la persona es capaz de ver desde fuera de todas esas pesadas capas que la naturaleza, la sociedad, la educación, o ella misma ha ido poniendo encima de sí, esa capacidad analítica es la que nos permite ejercer nuestro libre albedrío a pleno.

jueves, 30 de octubre de 2014

Comunicación y empatía



Cuando queremos explicar alguna cosa, nuestra pretensión principal es lógico que sea que nos entiendan. Si no es así, si nos centramos simplemente en exponer nuestro punto sin tener en cuenta los posibles conocimientos o reacciones de la otra persona, limitamos mucho la efectividad de la comunicación.

Alguien no empático en una comunicación, ante una duda va a dar siempre el mismo mensaje sin reelaborarlo, como esperando que repitiendo lo mismo varias veces pueda comprenderse distinto. O quizás intente explicarlo distinto, pero no tenga en cuenta las reacciones del otro, las cuales pueden dar pistas de lo que no se entiende, o tampoco se le ocurra hacer preguntas clave que puedan aclarar de dónde surgen las dudas.

¿Cuántas veces hemos visto que alguien, cuando ve que no se le entiende, en vez de buscar dónde está la duda del otro habla y habla sin parar? Por supuesto eso no tiene sentido. Hay que buscar el origen de la duda interaccionando con la otra persona.

Por tanto la comunicación mejora si tenemos una mayor empatía con nuestros interlocutores, puesto que esta nos hace ser más sensibles e interactivos para encontrar lo que posiblemente no entiendan. O puede por supuesto que quienes estemos equivocados seamos nosotros, y difícilmente podremos verlo si no hay comunicación en los dos sentidos.

¿Qué hay en el otro extremo de la empatía? La imposición. Quien quiere imponerse no solo no es empático sino que es agresivo ante la duda. Por tanto muy difícilmente va a conseguir su objetivo de que los otros le comprendan, aunque probablemente no le interese que le comprendan, solo que sigan ciegamente lo que quiere imponer. Por supuesto esto va a ser terreno abonado para conflictos.

La comunicación es la base de una buena relación de cualquier tipo. Si se es empático, apenas aparecen conflictos y todo funciona mucho mejor.

martes, 29 de julio de 2014

Inteligencia y desapego



Una cualidad necesaria para la inteligencia es la de ver las cosas como son. Cuando uno puede ver cómo es algo, puede evaluarlo correctamente. Si interfiere su raciocinio con algo, va a estar menos centrado en lo que ve y por tanto lo va a evaluar peor.

Un ejemplo de interferencia sería por ejemplo el aplicar demasiados datos que uno recuerda en vez de ver las particularidades que hacen que esto que se analiza no sea exactamente igual que lo que se ha dado en la experiencia previa.

Otro ejemplo de interferencia sería el no analizar el tema, sino concluir que es lo que alguien nos ha dicho sin apenas evaluar nada.

Es por tanto necesario tener la mente libre de preconceptos para poder ver lo que hay realmente.

Ejemplificando esto con el ajedrez, podría resumirse muy por encima que un buen jugador de ajedrez es el que reconoce más patrones de posiciones y juego, y de mayor calidad. El aplicar demasiados datos conocidos previamente sería por ejemplo creer reconocer ciertos patrones y no ver ciertas características únicas. Y el creer lo que alguien nos ha dicho, típico de jugadores principiantes, sería evaluar una posición como ganada porque tomamos una idea de un profesor como algo absoluto.

Por tanto se requiere libertad en el análisis, la cual es tanto más real cuanto más desapegados estamos hacia el tema.

¿Qué tiene que ver el desapego? Tomemos el desapego no como frialdad hacia algo, sino como la capacidad de liberarnos de nosotros mismos para poder analizar algo sin interferir.

Es muy común entorpecer de distintas formas nuestra capacidad de análisis como se ha dicho mediante nuestra memoria, y por tanto no llegando a ver las cualidades únicas de la nueva situación.

Es también muy común interferir mediante la emocionalidad, la cual ofusca nuestro raciocinio por ejemplo idealizando cosas, o negativizándolas innecesariamente, o haciendo que las rechacemos reactivamente, sin mediar análisis.

En eso se basa precisamente la necesidad de estar desapegados, en la liberación personal, la cual nos dará un nuevo punto de vista único y no accesible previamente.